domingo, 16 de febrero de 2014

LEYENDA DE LA CATEDRAL

Cuentan que la condesita de Linares, Doña Martha Jimena de Monserrat, sobrina del Virrey don Joaquín de Monserrat, Marqués de Cruillas, llegaba a la ciudad de Morelia porque se lo había prescrito un médico, ya que estaba postrada y convaleciente de una larga enfermedad y según los doctores, sólo en Morelia podría recuperarse por el mejor clima recomendado. La condesa tenía fama de ser muy bella y más generosa, el Virrey la quería como si fuera su propia hija, ya que la condesa era huérfana, tenía veinticinco años y su sencillez cautivó a las gentes del lugar. Dicen, que la Catedral de Morelia estaba engalanada para recibirla y el sacristán Pedro González y Dominguez, se quedó extasiado mirándola. Y más que extasiado se enamoró de ella. Pero... ¿Cómo un pobre sacristán podría aspirar a su linaje? Le escribió una carta de amor, y en uno de esos días que la condesa iba a Misa a la Catedral, tropezó con ella, le hizo caer su devocionario y, el sacristán se inclinó a recogerlo e introdujo su carta de amor entre las paginas.  La condesa le mostró indiferencia, pero un día, cuando recibía la comunión en la Catedral, se dio cuenta que de los ojos del sacristán brotaban dos lágrimas de amor y admiración por la condesa.  Fue entonces cuando se dio cuenta lo que sentía por el criollo. Al siguiente día, la condesa dejó su anillo en el cesto de las ofrendas en señal de correspondencia.
La felicidad del sacristán fue tan grande que casi se vuelve loco. La condesa le correspondió con otra carta de amor. Pero le pedía respeto y prudencia. Los dos enamorados se veían en la capilla de las ánimas, ella iba acompañada de su dama, llevaba ramos de flores que el sacristán ayudaba a colocar debidamente. Mantuvieron en secreto su amor, nadie podría saber que la sobrina del representante del Rey era la novia de un sacristán. Ella, para poder arreglar la situación decidió volver a España y pedirle al Rey que le diera algún título al sacristán para poder contraer matrimonio. Se separaron con la promesa que ella le hizo del regreso. Pasaron cinco meses y un mandatario del Rey llamó al Puerto de Veracruz al sacristán. Él pensaba que había regresado su amada. Pero no fue así. El mandatario del Rey anunció que la condesa había muerto y que a Don Pedro González le había nombrado el Rey el cargo de intendente de Nueva Galicia. Pero el sacristán renunció al cargo, regresó a Morelia, y en pocos días dicen que envejeció, lloraba y se refugiaba en la capilla de  las ánimas, la gente decía que había regresado enfermo de Veracruz, que allí habría contraído alguna enfermedad...
Y según dicen en Morelia, en la víspera de la Noche de Muertos, si te acercas a la capilla de las ánimas, se percibe la sombra de Pedro González, el sacristán, que está idolatrando a su amada la condesa española. Tal vez debemos pensar que, las almas que se aman no deben separarse jamás, por mucho que les obligue el destino.


viernes, 14 de febrero de 2014

EL OJO DEL OBISPO
LEYENDA DEL QUINCEO

     Al oeste de Morelia, al pie del cerro del Quinceo, existe un pueblito del mismo nombre, pues allí, en el tiempo de la Colonia, los lugareños sufrían de sed, ya que no tenían agua de manantial y la lluvia era en extremo escasa.
     Ante tal calamidad y sabedores que en el convento de San Francisco, en Valladolid, existía un viejo fraile que por ser recto y caritativo y que a todos a los que a él acudían en demanda de algún socorro nunca salían con las manos vacías, tenía fama de que Dios lo oía, y que si él pedía la realización de algún favor, era casi seguro de que lo afectuara, acudieron a él.
     Era ese santo varón conocido como el fraile obispo, porque se decía que fue consagrado para tal, pero que por humildad, dando prueba a ella, renunció a serlo, y para demostrar su despego por las cosas terrenas, se enclaustró en en convento Franciscano de Valladolid, dedicándose a la oración y a las labores más sencillas.
     Legó hacia e convento un par de personas del poblado del Quinceo, pidiéndole al superior que les permitiera hablar con el fraile obispo, para que, si se le daba permiso, fuera a bendecir aquellas inhóspitas y secas tierras. El prior dió su consentimiento, y alegres los moradores de aquel lugar, marcharon confiados al Quinceo, acompañados del virtuoso varón.
     Llegó, rogando a Dios le permitiera bendecir esas tierras, para que hubiera agua, ya que la gente de allí estaba sufriendo terriblemente por la ausencia de tan vital elemento, empezó a implorar a un Santo Cristo empuñado en su diestra, y al elevarlo, se inició una ventisca que a poco rato se tornó en un remolino, turbando al fraile y a los asistentes. Seguía orando, y a medida que iba repitiendo el nombre de Dios, mayores ventiscas se formaban.
     De seguro que alguna fuerza del mal está posesionada de aquí, se decían las gentes.
     El fraile, por sus años y por la fuerza del viento, no se pudo sostener de pie, cayó de cara sobre unos espinos y sin poder evitarlo, una púa se le clavó en un ojo, dejándole ciego de inmediato. Al caer el humor vítreo al suelo, se calmaron aquellos vientos huracanados y con asombro de todos los presentes y del fraile mismo, en el lugar donde perdió su ojo, brotó agua fresca y clara.
     Desde entonces existe ese manantial que tiene dimensiones de estanque, y que aquellas gentes, en agradecimiento al que lo hizo aparecer, llamaron el Ojo de Obispo.

jueves, 13 de febrero de 2014

La mano de la Reja

En la calzada de Fray Antonio de San Miguel, o conocida también como la Calzada de Guadalupe (era la calzada que llegaba a el santuario de la Virgen de Guadalupe), haz hermosas mansiones señoriales y de la colonia, rodeadas de frescos fresnos y plantas, con bancas de cantera rosada y la vista del Santuario Guadalupano. En aquella Calzada,hay una casa roja a primera vista de la entrada a ésta calzada, pero no es una casa cualquiera, pues en esta casa cobra vida la leyenda de la Mano de la Reja.

En aquel entonces, en esta casa habitaba un hidalgo tan noble como el Sol y tan pobre como la luna, sus abuelos allá en la madre patria, habían hospedado en su casa a don Carlos V y a don Felipe II, su padre había sido real trinchante, camarero secreto y guardia de corps de don Felipe V, el cual tuvo que quedarse a vivir en este rincón de Valladolid (hoy Morelia), él se llamaba Juan Nuñez de Castro, persona con más sangre azul que otros. Venían de España él, su esposa Margarita de Estrada y su hija única doña Leonor. Doña Margarita era su segunda esposa, la cual hablaba tan ronca como un sochantre. Su pupila azul parecía nadar en un fluido de luz gris dentro de un cerco de pestañas desteñidas. La nariz roja y curva como de águila le daba el aspecto de haber sido en su tiempo gitana de pura sangre. Era rabiosa, más que un perro y furibunda como pantera.
Margarita no quería a su hijastra Leonor. Leonor era una rubia hermosa, blanca como las nubes y con ojos azules como del color del cielo despejado. Era una señorita amable y cariñosa.

Como don Juan Castro era comerciante, siempre estaba en Filipinas y España, cosa que lo obligaba a dejar a Leonor, su hija, con doña Margarita de Castro. Leonor no hablaba muy seguido con Margarita, y muchas veces estaba siempre en el balcón de su habitación. A escondidas de su madrastra, ella curaba las rodillas y las heridas a los fieles que iban al Santuario Guadalupano, cosa que hizo que la llamaran "el ángel de San Diego".
Una tarde, pasó un capitan por su ventana y se quedó a hablar con ella, pues pensaba que era bondadosa y noble. Ella salía a hablar con él a escondidas de la madrastra que dormida estaba. Leonor cerraba la puerta de su habitación y salía a donde se quedaban de ver, y el capitán ponía a un encargado de disfrazarse de fantasma y asustar a la gente que pasara cerca, para que no pudieran contarle a doña Margarita. Un día, éste le propuso matrimonio a Leonor, y Leonor quería contarle a su papá, el cual no estaba. Doña Margarita se enteró que éstos se veían a escondidas, y llena de ira decidió tomar del brazo a Leonor, encerrarla en el sótano con llave y dejarla ahí. Margarita no tuvo piedad y la dejó ahí encerrada, prohibiéndoles a los trabajadores dejarla salir o alimentarla.
Leonor, con demasiada hambre, sacaba la mano para pedir un pedazo de pan a la gente que por ahí pasaba. Doña M argarita se enteró y le prohibió a la gente darle de comer a Leonor.
Tiempo después, regresando Margarita de un viaje, quizo ver qué había pasado con Leonor, pues estaba preocupada y cuando abrió la puerta de su habitación, estaba muerta y en descomposición.
Doña Margarita fue encarcelada, y el capitán dio órdenes de que vistieran a Leonor de novia, para casarse con ella y después llevarla a enterrar al Santuario de la Virgen de Guadalupe.

Cuentan que si te recargas por un tiempo en ésta ventana, sientes que te jalan el pantalón y escuchas la voz de Leonor pidiéndote de comer. Se dice que a veces, en la noche, se ve una mano saliendo de ésta ventana.




LEYENDAS SOBRE LA MARIPOSA MONARCA


Alrededor de la Mariposa Monarca existen varias leyendas indígenas, una de ellas dice que son las almas de los niños que han muerto y regresan, curiosamente las mariposas comienzan a llegar a sus santuarios el 2 de Noviembre, fecha en que se conmemora el Día de Muertos. Otra leyenda cuenta sobre unos indígenas que emigraban desde las Montañas Rocallosas de los Estados Unidos hasta el centro de la República Mexicana. Debido al intenso frío, los niños y ancianos no pudieron continuar el viaje por lo que fueron abandonados, para resistir el frío se cubrieron con la resina de los árboles y de polen. Entonces apareció su dios, y compadeciéndose de ellos los convirtió en mariposas para facilitarles la localización de sus familiares fue así como llegaron a Michoacan, encontrando en los pinos de sus bosques, la representación de sus padres, que los esperaban con los brazos abiertos. La mariposa representa los poderes de transformaciòn e inmortalidad y la belleza que surge de la muerte y la corrupciòn aparentes. El nombre náhualt para designar a la mariposa era "papálotl". La mariposa era una representación del fuego y por ello entra en el símbolo que fue hecho por los antiguos mexicanos para representar la guerra. La movilidad de la mariposa los hizo tomarla por símbolo del movimiento del Sol Nahui Ollin y por eso también era símbolo de los dioses del camino, Tlacon tontli y Zacatontli.
 LEYENDA DEL ACUEDUCTO

 
 
El Acueducto de Morelia se fundó en 1549. La obra actual se construyó bajo el mando del Obispo Antonio de San Miguel, 1785. El Acueducto llevaba el agua hasta el límite de la ciudad. Tiene 253 arcos de medio punto, con una altura de casi diez metros, tiene más de 1.700 metros. A tenido varias reconstrucciones, en 1910 se cambió el curso del agua y en 1998 se restauró.  Es uno de los más bellos e importantes acueductos de México.  Uno de los arcos, sirve de pórtico a la calzada de Guadalupe. Algunos asientos sirven para el descanso a la sombra de los frondosos fresnos.  Muy cerca se encuentra el Santuario de Guadalupe con su cúpula bizantina. Alrededor se contemplan las casas señoriales, antiguas, con sus balcones labrados en piedra y con sus rejas protectoras. Entre estas casas, hay una donde vivía un noble hidalgo muy pobre, su padre había sido camarero y guardia de don Felipe V. Luego, él también había tenido un cargo de honor, creando envidias de los criados y favoritos, hasta tal punto que tuvo que refugiarse en esta casa de la Nueva España en el lugar, ciudad,  que entonces se llamaba Valladolid. Don Juan Núñez de Castro, llegó a vivir a esta ciudad con su segunda esposa, Doña Margarita de Estrada y también con su hija, del primer matrimonio, Leonor. Su esposa, arruinó a Don Juan, ella era una mujer muy ambiciosa y se dedicó al lujo y el despilfarro.
Dicen que su hija Leonor, era guapísima, rubia, de ojos azules, delgada, elegante, dulce... Doña Margarita, tenía a su esposa y a su hija, atemorizados.
Leonor se la pasaba en casa sin salir, lavando, en la cocina y sin ver la calle. No  podía ni siquiera salir a mirar por el balcón.
Un día, llegó a Morelia un virrey, era Semana Santa, y viéndola postrada en los monumentos, quedó prendado de Leonor.  Ella lo miró
y aunque nada se dijeron, recibió una carta concertando una cita con el galán, para versen a las ocho de la tarde en la reja del sótano,
lugar donde la encerraba doña Margarita para que nadie viera a su hija.
El apuesto mozo que era don Manrique de la Serna y Frías, español, oficial mayor de la secretaría del virreinato, inteligente, obediente,
buen mozo y con buen sueldo en la corte, se hizo ilusiones para obtener la mano de Leonor, aunque doña Margarita se opusiera.
Pero para ello tenía que verla, hablar con ella y estar seguro de la voluntad de Leonor.   ¿Conseguiría su amor?  Para ahuyentar a los curiosos y a los duendes y aparecidos, pintó en el rostro del paje  una calavera y lo vistió de dieguito,  y se paseaba de un lado a otro por
la calzada de Guadalupe, como si fuera un verdadero aparecido. Eran las ocho de la tarde-noche, cuando clamaban las campanas en los campanarios de las iglesias, como era la costumbre.  Se hizo el silencio, la aparente alma en pena se paseaba cerca del muro donde se encontraba la reja del sótano, lugar en que había quedado para platicar doña Leonor. A esa hora la gente se metía en casa asustada. Pero Doña Margarita que era una mujer muy osada y maliciosa, quiso averiguar qué pasaba... Y fue ella que cerró por fuera el sótano cuando Don Manrique y Leonor platicaban acerca de cómo deberían organizar su boda para pedir a Don Juan la mano de su hija. Don Manrique saldría al día siguiente con su comitiva para México. Pero Doña Leonor, no podría ya salir de aquella cárcel. La puerta estaba cerrada.
Nadie notó su ausencia, ni siquiera su padre que se ausentó por unos días a una hacienda.
Doña Leonor, no quería morir de hambre, y por la reja sacaba su mano pidiendo una limosna, un pedazo de pan, los transeúntes se apiadaban de ella y por caridad le dejaban su limosna.  
Un día, regresó don Manrique, era la fiesta del Corpus Christi, la Sagrada Forma iba en procesión por las calles y llegaron a la puerta de Don Juan, Don Manrique traía la carta del virrey que pedía la mano de Leonor. Don Juan, llamó a Doña Leonor. Su esposa no estaba en
casa, nadie respondía, los sirvientes conocían el dolor de Doña Leonor, por fin encontraron el escondite. Al abrir la puerta vieron que
Doña Leonor estaba muerta. Todos quedaron presos, el padre, la madrastra y los sirvientes. Manrique envolvió su cuerpo con el traje
blanco de boda y la dio sepultura en la iglesia de San Diego. Pasó el tiempo, y cuentan que al caer la tarde, en la reja del sótano de esa misteriosa casa donde vivió Doña Leonor, asomaba una mano muy pálida y descarnada, implorando un pedazo de pan, una caridad por el Amor de Dios. Son historias verdaderas que se convierten en leyendas.
                                                Fray Antonio de San Miguel

Existe entre la gente otra historia misteriosa acerca del Acueducto. Dicen que el Obispo de Michoacán Fray Antonio de San Miguel, pidió una limosna a los españoles que vivían en Valladolid.  Estos vecinos acaudalados y avaros, se pusieron de acuerdo para no dar esa limosna al Obispo. Pero a la vez, querían quedar bien con él. Se reunieron y le dijeron que tenían su oro en la Caja del Tesoro de la ciudad de México y que no podían sacarlo hasta dentro de un mes. Don Gonzalo del
Roble le dijo al Obispo que si la obra se terminaba en Septiembre, el día veintinueve de Septiembre, día de San Miguel Arcángel, le darían la limosna que les pedía.












Faltaban arcos por terminar y parecía imposible concluir tal obra en un mes. Prometieron, los españoles, pagar al obispo los gastos si para tal día estuvieran terminados.  Muy triste se quedó el Obispo, pensando que era imposible concluirlo para ese día. No obstante llamó a los albañiles y operarios para que se pusieran a trabajar. Y así lo hicieron con verdadero empeño.



Cinco días faltaban para la fecha prevista y una gran desgracia
aconteció. Los trabajadores se enfermaron de un extraño mal.
Tuvieron que suspender sus trabajos.  Pero dicen, que a las
doce de la noche, esa tristeza se convirtió en miedo, faltaban
ocho arcos por terminar y era la víspera de San Miguel, por
todo Valladolid, se escuchó un fuerte martilleo de cinceles,
un trajín de animales de carga, andamios, ruidos, carros, idas
y venidas por la ciudad... Ningún vecino se asomó a ver que
pasaba por miedo, la gente lo escuchó desde sus casas.
Fue una larga y trabajada noche inolvidable. Nadie quería
salir de sus recámaras.
Pero alguien llegó a Valladolid y vieron cómo el agua llegaba a la ciudad a través del Acueducto, los arcos estaban terminados, nadie lo podía explicar.
Aquellos hipócritas que habían negado su dinero, sacaron cuanto tenían en bolsas de oro y se lo llevaron al Obispo, temerosos de que Dios les castigara. Pero el Obispo, bueno y generoso, no lo necesitó porque el milagro se había obrado y el Obispo que tenía sus cajas fuertes vacías de dinero, al abrirlas también estaban llenas.  Dios quiso favorecer ampliamente a la gente de este hermoso lugar de Morelia. 

miércoles, 12 de febrero de 2014

LA FUENTE DEL ÁNGEL

La Fuente del Ángel fue construida por el Cabildo de la Ciudad de Morelia en 1871 para surtir de agua a los vecinos de la rinconada que forman las antiguas calles denominadas del Tecolote y del Alacrán, ahora García Obeso esquina con Guerrero, en terreno que perteneció a la huerta del Convento de San Agustín. El nombre de Pila del Ángel, se debe a que una leyenda de los vecinos narra que un ángel bajó desde lo más alto de los cielos para extraer de las aguas de la pila a una niña que se ahogaba. 

Hace mucho tiempo en la ciudad de Valladolid, hoy Morelia, una señora fue a España a visitar a su esposo. 

Un día se reunió con sus amigas en una fuente para contarles lo maravillosa que es España y todas llevaron a sus hijos, les contó que había muchos palacios y colonias muy hermosas y que trajo muchos vestidos de ese hermoso país.

Después de rato su hija le dijo que tenia mucha sed, ella le dijo que en un rato irían a su hogar. Paso un rato y la niña insistió en que tenia sed, ella le contestó lo mismo. Después de otro rato, la niña, desesperada, insistió de nuevo a su madre que tenia sed y su madre para que se tranquilizara le dijo que bebiera agua de la fuente, ella se inclino para beber y de repente calló al agua y al no poderse incorporar, empezó a ahogarse y a gritar. La madre al principio no la escuchaba pero al no encontrarla se dio vuelta y la vio que estaba dentro de la fuente, también comenzó a pedir auxilio, cuando de repente, justo un momento antes de que la niña se ahogara, bajo un ángel del cielo y tomo a la niña que estaba en la fuente, la cargo entre sus brazos y la depositó en los brazos de su madre. 

     
 
Hola Chicos y Chicas. En este blog les voy a compartir leyendas de nuestra bellísima Morelia. De las cuales aprenderemos mucho.


¡Espero les guste!...